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Cañitas nocturna

Si hay un mes en el cual el barrio explota, ése es Diciembre.
Multitud de personas deambulan por las calles del circuito gastronómico y, como nunca, encontrar un espacio dónde estacionar el auto es casi una misión imposible.
Algunos tiene suerte, como en el caso de Marisol, que pudo ubicar su Chevrolet, justo en la esquina del boulevard Chenaut y Huergo.
Agradeció a las alturas su buena suerte y marchó con sus amigas rumbo a Báez, en busca del epicentro de la movida nocturna.
Las horas pasaron. Marisol y sus amigas disfrutaron de todo lo que ofrece la noche cañitense y por fín, casi al amanecer, de vuelta a casa.
Pero lo inesperado, la esperaba.
Grande fue la sorpresa, cuando las chicas, con un disfrute etílico más alla de lo aconsejable, subieron al Chevrolet azulado y Marisol lo puso en marcha, sin darse por enterada del pronunciado declive que presentaba su auto de cabecera. Apenas apretó el acelerador escucho un rasgido desconocido.
Al darse cuenta, que el espejo retrovisor apuntaba hacia el piso, bajó y se encontró, con lo que no esperaba.
Le habían afanado las dos ruedas del vehículo. No una, ¡ las dos !.
Maldiciendo, junto a sus amigas, buscaron el taxi que las llevara hasta casa.
Mañána será otro día y tres mil pesos menos.
Marisol, fue otra víctima más, de esta modalidad delictiva, que está proliferando fuertemente en distintos barrios de la Ciudad.
La rapidez con que realizan el retito de la rueda completa, hace que el delito aparezca como imperceptible a la vista de peatones y automovilistas.
Mucho menos, para el escaso número de patrullas policiales que recorren las calles de nuestros barrios.

 
   
   
 
 
   
 
 
 
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